EDUCAR PARA PRESERVAR

CREACIÓN DE CONTENIDO

Son las 9:30 de la mañana de un lunes y en la calle Los Robles de Valdivia llueve de forma torrencial. Dentro de una casa un grupo de niños de entre 2 a 5 años se colocan sus trajes de agua, botas y se unen en fila, agarrados a una cuerda, para salir a caminar al bosque.

Claudia Contreras, profesora de educación básica de la Universidad Católica y Carolina Puschel, profesora de educación física de la Universidad Católica de Valparaíso, sentían una preocupación por proteger los bosques y parques que están al acecho de las inmobiliarias en Valdivia. Esta preocupación se acrecentó aún más con la pandemia, en donde la gente dejó de salir, de habitar estos espacios y de sentirlos como propios. Ambas salían a correr y se preguntaban ¿qué hacer para preservar su entorno cercano? y la respuesta fue la educación al aire libre. “Entendimos que cuando los niños pequeños generan un vínculo con la naturaleza, no van a dudar en protegerla y cuidarla durante toda su vida”, agrega Claudia. “Los niños van a enseñar a sus padres y a su familia la importancia de mantener estos lugares”, dice Carolina.

Juntas y trabajando con un gran equipo, desarrollaron el proyecto Club del Bosque Valdiviano (CBV), una institución educativa que promueve el juego y el aprendizaje al aire libre para lograr un desarrollo integral de las niñas y niños. Por medio de la filosofía de enseñanza “en el bosque” buscan conectar desde edades tempranas con la naturaleza, para que al conocerla y entenderla, la respeten y promuevan.

A través de actividades cómo buscar bichos, ver cómo cambia el color de las hojas, trepar árboles o jugar con barro, van aprendiendo los contenidos. “Mi hijo Alberto conoce los nombres de los pájaros, árboles y hongos que lo rodean”, comenta Trinidad Covarrubias apoderada. El lema es No existe mal tiempo sino la ropa inadecuada, además Claudia cuenta que los niños son capaces de identificar las estaciones, los cambios que ocurren en el paisaje, sentir el frío, el calor y no les importa el clima, ellos quieren estar afuera.

Este tipo de educación llamada Escuelas bosque, Forest School o Waldschule comenzó en los países escandinavos en los años 50 y cuenta con varios estudios que avalan su importancia. El modelo puede adaptarse a todas las realidades y en espacios como plazas o patios, no es necesario contar con un bosque aunque sería lo ideal.

Carola estuvo en Alemania trabajando en un Naturkindergarten para tener la experiencia directa con esta filosofía. “No hay que olvidar que vivimos en Chile y tenemos que adaptar las cosas a nuestra realidad”, comenta. A pesar de que el caso de Valdivia sí toma muchas cosas de ese formato, es un caso único ya que no se casa con ninguna ideología. “Existe el Waldorf, existe el Montesorí, existe el Forest School, pero el Club del Bosque toma lo mejor de cada uno, crea su propio modelo y no predica”, agrega.

Con el tiempo han sido testigos del desarrollo de niñas y niños felices, activos y sanos en su dimensión física, social y emocional, lo cual las motivó a generar también la fundación CBV, para llegar a muchos más niños y niñas. “La fundación también nace en el bosque, donde constantemente reflexionamos sobre cómo acercar a otras personas este lugar maravilloso y fomentar su protección”, comenta Claudia.

Para Claudia y Carolina es importante dejar en claro que ellas buscan un modelo de excelencia académica, con un aprendizaje que se basa en experiencias significativas y con lo que nos ofrece el entorno, para así darle sentido al proceso tradicional de enseñanza. “Lo que más me gusta es que sí, es educación al aire libre, pero buscando siempre la mayor calidad y estándar en todos los procesos”, comenta Trinidad.

Su próximo desafío es la creación del colegio bilingüe CBV, cimentado en la fundación, para lo cual necesitan al menos 2 hectáreas de terreno con acceso a bosque colindante. Este será un espacio de encuentro entre la naturaleza, los niños, las familias y el equipo multidisciplinario de la fundación. “Este paso es el puntapié a la tarea titánica de formar un colegio”, concluye Carola.